jueves, 3 de diciembre de 2009


En un mar desolado, tapada por las hojas de los árboles sigue sentada la Pequeña.
Ha resucitado; se había ausentado un tiempo..
Necesitaba pensar un poco.
De pronto se encontró en un lugar desierto, en donde no existe nadie mas que ella.Un lugar en donde no duerme ni come, su respirar es lento y congelado.
Su pecho reacciona a los cambios de su estado, pero sigue bajo su brazo su pequeño libro. Su vestido de cristal, como siempre la acompaña y su pelo fino y suave sigue bailando junto al viento.
Las olas envuelven su silueta y el sol permanece en el cielo gris.
Espera el día en que alguien pueda entenderla, espera el día en que alguien la ame de verdad...
¿O acaso hay alguien que la ame?
¡Se escucha el grito de la eterna soledad!

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